5 tácticas que los poderosos (y sus lacayos) usan para hacerte odiar a los que protestan - Humanistas Guatemala
Somos un grupo de personas no-creyentes que defiende la libertad de pensamiento, consciencia, expresión y religión, para la construcción de una sociedad libre e incluyente, en donde nadie sea perseguido por su raza, sexo, orientación sexual, identidad de género, creencias religiosas o su falta de ellas.
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5 tácticas que los poderosos (y sus lacayos) usan para hacerte odiar a los que protestan

Digamos que mañana eres elegido como el nuevo Líder Supremo y Secreto de tu país, una posición que te da poder absoluto sobre el gobierno, la economía y la cultura popular—todo eso a lo que los hippies se refieren como a “el sistema.” Ahora, tu primer trabajo es evitar que te decapite una turba enardecida, lo que significa que tu primer trabajo, en realidad, es mantener la “estabilidad” (es decir, mantener las cosas exactamente como están).

Inmediatamente te darás cuenta de que estás frente a una interminable lista de protestas de parte de grupos que están insatisfechos con la forma en la que están siendo tratados o discriminados. Este grupo por aquí está molesto porque frecuentemente es víctima de abusos de autoridad, este otro grupo por acá necesita mejores condiciones laborales, y así sucesivamente. ¿Cómo debes manejarlo? Por supuesto, siempre puedes destrozar sus movimientos usando “mano dura” (wink wink) para matar, intimidar o arrestar a las personas más prominentes de cada movimiento. Eso, sin embargo, te puede revirar en la cara: terminas convirtiéndolos en mártires y dándoles la razón en el proceso. Ya viste Star Wars, alguien siempre termina encontrando el puerto de escape térmico.

No. Lo que necesitas es tener a la opinión pública de tu lado y en contra de todos esos manifestantes revoltosos que se quejan por todo. Afortunadamente para tí, oh Líder Supremo y Secreto, “el sistema” viene con un sinnúmero de sutiles y refinados procedimientos que han sido diseñados para que las necesidades de las minorías o de los desfavorecidos sean ignoradas por la mayoría o por los privilegiados. Para comenzar, lo único que tienes que hacer es:

#5: Esperar a que alguno infrinja alguna ley, y no parar de hablar de eso nunca.

Este es el truco más viejo que existe. Los poderosos probablemente le hacen esto a los manifestantes y activistas desde los tiempos en que la principal causa de muerte era ser destazado por un mamut. Funciona algo así:

1. Un grupo tiene una queja—los están discriminando, les han quitado sus tierras, lo que sea—pero no son la mayoría.

2. Como la mayoría no está siendo afectada, ignora ampliamente los problemas de los manifestantes y tampoco se interesa por ellos. Los medios informativos no le dan cobertura al asunto porque es malo para los ratings (o para sus financistas).

3. Para obtener la atención de la mayoría, el grupo afectado se reunirá en grandes números para gritar sus consignas, bloquear calles y/o carreteras, etc. Esto obliga a los medios a darle cobertura a las manifestaciones (porque grupos grandes de personas gritando y bloqueando el paso, son excelente material para fotos y videos), y de paso también a los motivos por los que están manifestando (porque parte de la cobertura noticiosa de una manifestación es explicar por qué la gente se está manifestando). En Guatemala esta forma de protesta es utilizada por todo tipo de grupos, desde campesinos que piden una reforma agraria, hasta comunidades indígenas que no quieren que una minera se instale a la par de su casa y las manifestaciones en contra del gobierno de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti que vimos el año pasado.

4. Para contrarrestar esto, todo lo que hay que hacer es esperar a que alguno de los activistas—cualquiera de ellos—cometa un crimen. Entonces, los medios se enfocarán en el crimen, porque los vidrios rotos, los buses quemados, las calles con púas o alguno que otro ensangrentado se ven todavía mejor en la tele o en el periódico que las manifestaciones. La esperanza es que la mayoría—que le teme al desorden y a la inestabilidad más que a cualquier cosa—asociará a ese movimiento con la violencia de ahora en adelante, efectivamente deslegitimando sus necesidades.

Los franceses, protestando pacíficamente al gobierno durante la Revolución Francesa.

5. Tú, en tu intento de evitar que el sistema cambie, ahora puedes replantear el asunto, no como opresores vs. oprimidos, sino como ciudadanos trabajadores y de bien vs. “vividores” y “criminales.” Apoyar sus causas, equivale a apoyar la violencia. La tele, los diarios y las redes sociales estarán llenos de imagenes de paredes pintadas con frases obscenas, atascos de tráfico, vidrios quebrados, buses en llamas y una que otra noticia de alguna ambulancia que no pudo pasar por los bloqueos. Es en este punto en el que la mayoría se dice a sí misma “Ala, yo sí nunca protestaría contra el gobierno de esa manera tan shuma, destruyendo la propiedad privada, pues.”

“¿O sea, por qué no trabajan en lugar de venir a huevonear todo el día a la Capi, pues?”

“¿O sea, qué le pasa a la mara, por qué no pueden protestar dentro de lo que manda la ley, así como Martin Luther King? ¡Tan lindo que era ese negrito, por eso es que a él como lo respetaba la mara en sus días, pues!”

“Es que es réquete obvio que sólo están buscando excusas para armar bochinche y destruir lo que no es de ellos, pues. ¡O sea, helloooooooooo, sólo los shumos y los mareros hacen esas cosas! ¿Verá?”

Jesus, conversando amablemente con los mercaderes en el templo.

Ahora, hay que tener siempre en cuenta que ni las personas que dicen estas cosas en realidad se las creen. La cultura popular y la historia de nuestro país están plagadas de héroes que rompieron la ley e hicieron mierda un par de cosas cuando el sistema les falló. Hasta el día de hoy, aplaudimos cada vez que personas en otros países lo hacen. La famosa “Primavera árabe” es uno de nuestros ejemplos favoritos. Así que cuando alguien dice que debemos de ignorar o condenar un movimiento porque son un montón de “bochincheros” y un amigo medio hippie le señala que lo mismo podría decirse de los que lideraron la Revolución de octubre de 1944, inmediatamente se echan para atrás. “¿En serio estás comparando a los shumos que bloquearon la calle el viernes con los verdaderos héroes de la patria? ¡Ellos lucharon por nuestra libertad, pues!”

En otras palabras, no tardan en admitir que la legalidad de las tácticas no tiene ningún impacto en qué tan justa pueda ser o no una causa. Tanto jóvenes árabes que se manifestaron contra su gobierno como problemáticos neo-nazis han sido arrestados por alguna protesta que se salió de las manos. Los miembros “rebeldes” no convierten automáticamente una causa en injusta, así como tampoco la convierten automáticamente en justa. Todos estamos de acuerdo en la lógica de esta aseveración, aunque 5 minutos más tarde volverán a deslegitimar alguna causa a la primera llanta quemada. Las probabilidades de que esta técnica tenga éxito son bastante altas. A la fecha, lo único que recuerdan millones de chinos sobre la masacre de Tianamen Square, es que restauró el orden y la estabilidad. Lo mismo pasa con el genocidio en Guatemala.

Actualización, 15/Sep/2017: Así lo pone en práctica Jimmy Morales:

Actos del 14 de septiembre del 2017

Se que en estos momentos existe malestar en muchos guatemaltecos por la cancelación de un acto tan simbólico para nuestras fiestas de independencia, como lo es el Desfile de Bandas. Créanme que estoy muy consciente del enorme trabajo de planeación, de las múltiples sesiones de ensayo, del gasto en equipo y uniformes, pero sobre todo, del dolor de no poder sentir la experiencia y el orgullo de participar en este histórico acto.La decisión que tomé fue difícil, pero velar por la integridad de todos y cada uno de los guatemaltecos es mi responsabilidad, y ante evidencia irrefutable de que al no hacerlo se pondrían en peligro la seguridad de los jóvenes y niños participantes, como de la gran cantidad de guatemaltecos que los acompaña y apoya, tomé la decisión, y para que la comprendan a profundidad los invito a que vean el siguiente video:

Posted by Jimmy Morales on Friday, September 15, 2017

“Pero si muchos países tienen revoluciones justas en su historia, ¿acaso no sería lógico que la mayoría de la gente sintiera empatía por las minorías oprimidas, aunque “se salgan del guacal”? Esto, definitivamente, es un peligro. Por eso el siguiente paso es:

#4: Convencer a la élite de poder y a la mayoría de que ELLOS son los oprimidos.

El año pasado, un inversionista multimillonario dijo que las críticas que reciben los ricos hoy en día, equivalen a la persecución de los judíos durante el holocausto. No, no estaba bajo la influencia de hongos alucinógenos, sino de una de las técnicas más poderosas que el sistema tiene en su arsenal. Para hacer que las clases privilegiadas ignoren las peticiones de cualquier grupo desfavorecido, simplemente tienes que insistir que ese grupo desfavorecido es quien de verdad tiene el poder y que los poderosos son en realidad los indefensos y desprotegidos. Usualmente, involucra los siguientes pasos:

1. Encuentra un ejemplo de un miembro relativamente exitoso del grupo desfavorecido y exagera su poder (adquisitivo, político, etc.). Esta será tu víctima.

2. Di un par de cosas especialmente indignantes y excesivas sobre su persona. Cuando finalmente se canse y busque defenderse, acúsala de atentar en contra de tu sagrado derecho a la libertad de expresión.

3. Asegura que disfruta de su victimización y que está actuando únicamente por publicidad. Insiste en que se merece lo que le está sucediendo y que lo que haces no es hostigarla, sino desenmascararla para que no siga engañando a más gente. Afirma que está siendo manipulado y/o recibiendo dinero de los “gringos,” los “noruegos” o cualquier otro canchito perverso que sólo quiere ver cómo se quema el mundo. Si te sientes especialmente chistoso, puedes decir que esto es una nueva industria nacional.

Veamos un par de ejemplos reales. Créenos, una vez veas cómo funciona, comenzarás a verlo por todos lados.

Digamos que vives en un país en donde los niveles de pobreza son cada vez más altos y en donde la brecha entre los más ricos y los más pobres es cada vez más grande. Un país en donde 260 personas tienen una fortuna equivalente al 56% del producto interno bruto de la nación. Digamos, pues, que vives en Guatemala. La situación se está poniendo incómoda porque los pobres cada vez se ponen más “ruidosos” e “insubordinados.” El paso 1 requiere que insistas en que aquellos que se encuentran en lo más bajo de la escala social—aquellos que dependen de algún tipo de asistencia social del Estado para poder cubrir sus necesidades más básicas como comida, vivienda, educación y salud—en realidad tienen pisto y poder. Esto pareciera ser una labor imposible, si no completamente ridícula, pero lo único que se necesita para que funcione es algún video de una limosnera mentirosa que los medios impulsarán como un ejemplo típico de una persona pobre o alguna columna de opinión de alguien “respetable” que la gente compartirá miles de veces en su Facebook. Luego sigue el paso 2: en cuanto alguien diga que dichas cosas están basadas en mentiras, distorsiones o en aprovechar la ignorancia de los lectores o usuarios de las redes sociales, grita a los cuatro vientos que te están censurando y que eres un mártir de la libertad de expresión o una víctima de la corrección política. Por último, rematas con el paso 3, en donde dices que los activistas que apoyan a las víctimas de tu ataque únicamente lo están haciendo por dinero o para recibir atención.

Y eso es todo. Tres simples pasos: exagera el poder de la víctima para que la opinión pública esté de tu lado, haz que la víctima se desespere y trate de defenderse para que luego tú puedas decir que la verdadera víctima eres tú, y luego di que cualquier crítica no es válida y sólo puede ser producto de malas intenciones e intereses ocultos. Boom. Ya la hiciste.

El pueblo nos oprime, ¡ya ni para comprar corbatas nos alcanza!

Y sólo para ser claros, la narrativa descrita arriba—que los que dicen ser pobres e indefensos, en realidad son secretamente ricos y poderosos—no es algo que la gente en realidad se trague. Dale la oportunidad a cualquier persona que lo repita de visitar un asentamiento, de compartir un tiempo de comida con un niño de la calle, o de ser testigo de las condiciones de trabajo de los cortadores de caña de azúcar, y lo único que vas a ver es una nubecita de polvo y una pequeña silueta corriendo hacia el horizonte. De todas maneras, no necesitas que la gente lo crea honestamente, sólo que lo “crea.”

Por eso es que esta táctica funciona con cualquier grupo, sin importar que tan ridículamente a su favor esté inclinada la balanza del dinero y el poder. La minería, el azúcar y el café son negocios que generan miles de millones de dólares al año. Si quieres pintarlos como las víctimas oprimidas, sólo (1) habla sobre cómo están constantemente siendo “bulleados” por los “maliciosos y poderosos” lobbies ambientalistas, sindicalistas y comunistas que reciben dinero de la comunidad internacional.

Y en serio, no tengas miedo de usar palabras como “bullying” incluso cuando hables sobre uno de los grupos más ricos y poderosos del mundo. En Estados Unidos lo hacen todo el tiempo. Esta es una cita real: “Si alguien está siendo víctima de bullying aquí, es Chevron…es casi imposible que una compañía petrolera tenga un juicio justo en un mundo de cerebros lavados por la propaganda ambientalista.” Por supuesto, esa parte de no poder tener un “juicio justo” cubre el paso (2), la acusación de censura y la reversión del victimismo. Luego, (3), hablas sobre cómo los grupos ambientalistas únicamente están en esto por los millones que reciben, y ya. Pronto tendrás a un montón de personas viendo cómo los precios de la gasolina se disparan y diciendo “Muchas gracias, ambientalistas cerotes.

Esta jugada nunca cambia porque nunca deja de funcionar. En 3 simples pasos, puedes hacer que legiones de personas hostiguen y difamen a quien quieras, mientras te levantan en brazos como el héroe victimizado que merece todo el agradecimiento. Después de todo, ¿qué táctica está fuera de lugar cuando te estás enfrentando a un gigante imparable que sólo está viendo como te calla y te exprime para lograr fama y fortuna?

#3: Enfócate en las peticiones o quejas más ridículas, en los extremistas o en las personas más desagradables.

Una ventaja que viene con tu puesto de Líder Supremo y Secreto es que el pueblo está siendo bombardeado con información de todo tipo en todo momento. Por todos lados reciben solicitudes de gente que les pide su atención a diario. Estas personas bienintencionadas, a su vez, tienen muchos problemas en sus propias vidas, así que tienen que decidir cuidadosamente qué causas defender o apoyar, y cuáles rechazar o ignorar. La mayoría tomará esta decisión de manera muy rápida, basándose en cualquier información que tengan disponible de manera inmediata, sin profundizar mucho en los argumentos ni verificar las fuentes. Tu trabajo, entonces, es asegurarte de que únicamente estén expuestos a los ejemplos más ridículos del asunto o del grupo del que quieres deshacerte.

Un ejemplo claro de esto, es la cobertura mediática que suelen recibir los grupos feministas. En los medios masivos y más populares, rara vez verás alguna entrevista seria y profunda con alguna feminista prominente explicando la historia de su movimiento y las razones de su activismo. No. Lo que te vas a topar es algo como esto:

El resultado es que la opinión pública sobre el movimiento feminista es que está formado por un montón de mujeres furiosas con un gusto muy peculiar por gritar desnudas en la calle y que odian a los hombres. Tampoco se explica que ese tipo de manifestaciones tiene una lógica y una razón de ser, que si bien puedes no compartir, busca cuestionar las maneras en las que la sociedad se apropia de los cuerpos de las mujeres.De esa manera, no es extraño leer o escuchar, al buen estilo de Arjona, que el feminismo es lo mismo que el machismo pero al revés.

Para darte un ejemplo más cercano a casa, veamos al movimiento magisterial y a su odiado “líder” Joviel Acevedo. Rara vez se ve algún artículo o reportaje informativo sobre las peticiones que tienen los maestros. Cada vez que los maestros quieren protestar, con toda la razón del mundo, sobre las paupérrimas condiciones del sistema educativo nacional o mejoras salariales, inevitablemente se menciona a Joviel Acevedo y su oportunismo. De esa manera, sus consignas quedan automáticamente anuladas como el producto de la manipulación, el oportunismo y de la huevonería. Joviel Acevedo es una mierda, por lo tanto, todos los maestros son una mierda.

Una variación de esta táctica consiste en distorsionar completamente la información desde un inicio, satanizando de entrada al grupo sin siquiera darle la oportunidad de expresarse. Como se hace aquí en este video con los maestros.

Porque haciendo este tipo de cosas, resaltando únicamente los casos y líderes extremos, deshonestos y ridículos, o distorsionando de entrada sus consignas, es posible vacunar permanentemente al público en contra de cualquier preocupación o queja válida que puedan tener, creando un rechazo automático cada vez que, digamos, alguna feminista hable a favor de sus derechos reproductivos o algún maestro se queje de las horribles condiciones laborales que tiene que soportar. “¡Ajá!” dice la gente, “¡estas son las mismas que se empelotan en el parque para pedir que las respeten!” O, “¡Ya van otra vez esos maestros huevones y vividores igual que el Joviel!”

De igual manera, hay muchos grupos que se dedican a velar por los derechos de los animales, pero podemos apostarte a que casi sólo has escuchado de PETA, porque son los que tienen un alto presupuesto que desperdician en campañas superficiales como insistir que a los peces se les llame “gatitos de mar,” o protestas en donde salen a la calle desnudos y no dan ninguna información útil. Así, cuando alguien intenta denunciar las prácticas crueles de algunas industrias, como la del ganado o la de la explotación de algunas tiendas de mascotas, seguramente vas a pensar “Ugh, de plano son esos fanáticos de PETA otra vez.”

Porque son ridículos, acaparan toda la atención de los medios, dominan la cobertura del tema y se convierten en la cara del movimiento. Y como resultado, no hay ningún cambio significativo.

Nuevamente, no es necesario explicar por qué esto carece de toda lógica — que haya quejas, exigencias o consignas frívolas o estúpidas no significa automáticamente que no haya otras más serias sobre el mismo tema. Una persona que se está muriendo de cáncer puede perfectamente poner el grito en el cielo porque cancelaron Combate, su programa favorito; y eso no quiere decir que su cáncer no sea algo serio y que no tenga que ser tratado.

También, date cuenta de cómo la estrategia es volver las cosas personales. No hablamos sobre el calentamiento global, hablamos sobre Al Gore. No hablamos sobre el racismo sistémico, hablamos sobre cómo Rigoberta Menchú apoyó a Baldizón hace 4 años. No hablamos sobre la marcada desigualdad económica, hablamos sobre cómo los críticos del capitalismo tienen iPhones y escriben sus columnas de opinión desde su Macbook.

Comprobado. En Guatemala no hay racismo.

Ahora, parte de tu problema es que estos grupos de activistas frecuentemente intentan apelar a la simpatía de la mayoría, y eso es algo muy poderoso, considerando que a muchos de nosotros nos gusta pensar que somos buenas personas. Para contrarrestar eso, simplemente tienes que…

#2: Poner a dos grupos marginados en contra (e insiste en que únicamente uno de los dos puede “ganar.”)

Como dijimos arriba, todos tenemos un espacio muy limitado en nuestro cerebro y poco tiempo de nuestro día para dedicarle a los temas sociales que deberían de preocuparnos. La simpatía requiere de energía, y luego del trabajo, la familia, el tráfico, las cuentas que hay que pagar y los pokémones que hay que atrapar, ya no nos queda nada. Bueno, pues hay una manera muy sutil de utilizar todo esto a tu favor, sugiriendo que la cantidad de simpatía en el mundo también es limitada y que ponerle atención a un problema específico de alguna manera le está quitando atención a este otro problema. Esto te permite poner a dos grupos de víctimas a pelear entre ellas por su mísera dosis de simpatía.

La belleza de esta táctica es que hasta las personas bienintencionadas caen en la trampa — es por eso que en las conversaciones sobre feminismo y leyes contra el feminicidio nunca falta quien dice que eso sólo sirve para joder a los hombres con denuncias falsas y que los juzgados siempre le dan la custodia de los hijos a las mujeres. El propósito rara vez es tener una conversación seria sobre estos problemas, es joder y sugerir que las feministas son unas feminazis odia-hombres que quieren hacer leyes a su favor. ¿Por qué no podemos simpatizar con las víctimas de violencia doméstica y también con los hombres que son falsamente acusados y que perdieron la custodia de sus hijos? ¡Porque la simpatía es limitada y no podemos dársela a todos los que la pidan, maldita sea!

Si estás siguiendo la lógica de esta técnica, ya te diste cuenta de que esto significa que hay que enfocarse únicamente en el más serio de los dos problemas, pero al mismo tiempo que si te enfocas en uno, estás haciendo más grave el otro. Explicar que ambos problemas tienen sus orígenes en la misma cultura machista y patriarcal, y que por lo tanto no son enemigos sino aliados, es como hablar de religión con Rodrigo Polo.

O de política. O de economía. O de feminismo. O de la tabla del dos. O de cualquier cosa.

De esta misma manera, el joven clasemediero que trabaja 6 días a la semana por míseros Q3,000 al mes (si bien le va), jamás se da cuenta de que tanto él como el campesino que marcha desde el Obelisco o que bloquea carreteras están siendo explotados por el mismo sistema económico, pero de maneras diferentes. “¡Que trabajen en lugar de chingar el tráfico!” dicen. “¡Que marchen el sábado después de las 3 de la tarde, como los buenos guatemaltecos que fuimos a La Plaza™!”

Por supuesto, el resultado es una falta total de empatía que resulta en que todo siga absolutamente igual. El joven clasemediero no culpa de sus desgracias a los empresaurios que manipulan el sistema a su favor para seguir aumentando sus ganancias, culpa a “esa gente” que todo lo quiere regalado y que sólo jode a los demás. ¡Sólo uno de nosotros puede ser la verdadera víctima, maldita sea! Además, si ellos son pobres es porque quieren.

Que se consigan un smartphone y aprendan inglés en YouTube para superarse, o sea pues.

Esto también permite que la mayoría ignore las quejas de un grupo de personas insistiendo que hay otras cosas más importantes, que otras personas sufren más o que en el pasado las cosas eran peores. Si las comunidades indígenas se quejan de la discriminación y el racismo que sufren todos los días, entonces tú les dices que antes eran esclavos; si las mujeres se quejan del acoso callejero o de la discriminación laboral, tú les recuerdas que en África a las niñas le cortan el clítoris y que en países islámicos las mujeres luchan por el derecho a ir a la escuela, a votar, a que no las casen a la fuerza o a manejar un automóvil. ¿Te das cuenta de cuál es el truco? “Tu problema es insignificante en comparación con el de estas otras personas, así que no vamos a hacer nada al respecto. Ah, y con el de estas otras personas tampoco, sólo voy a cambiar mi foto de perfil en Facebook para que vean a mí sí me importan los problemas reales, no tus lloriqueos.” Y así, todos seguimos exactamente en la misma mierda.

O lo que es aun más extraño, puedes hacer que las personas le nieguen su empatía a una causa haciendo que se la den a otra que ni siquiera existe — usualmente, enfocándote en una que existió en el pasado pero que ya no es relevante. Habla sobre cómo el “verdadero feminismo” se trataba acerca de mujeres valientes luchando por la igualdad de derechos, al voto y otras cosas súper importantes, y que ahora este “nuevo feminismo” se trata sobre estupideces triviales (porque eso significa, por supuesto, que en esos días sí hubieras apoyado a las feministas). O, al mismo tiempo que te burlas de Rigoberta Menchú y de todo lo que tiene que ver con la cultura indígena, insiste que Bartolomé De Las Casas no hubiera sido nada al lado tuyo si tú hubieras vivido en la época de la colonia. Ya sabes, cuando el movimiento era respetable y de verdad los estaban explotando. “¿Cómo se les ocurre quejarse ahora que están de a huevo y que hasta diputados indígenas hay en el Congreso? ¡Antes los tenían de esclavos y los agarraban a latigazos! Así que a mí no me jodan con eso del racismo, pero si encuentran una máquina del tiempo, ¡les hago huevos!”

¿Que les dijeron indios relamidos? Pffftttt, ¡llámenme cuando los tengan encadenados!

Claro, utilizando este mismo “razonamiento” puedes mandar al carajo cualquier queja hecha por cualquier persona sobre la faz de la Tierra por toda la eternidad, siempre y cuando no sean la única persona que ha sufrido más que todas las demás (“Bueno, yo conozco un cuate al que se le trabó el chile en una trituradora de café dos veces ¡y aun así no faltó a trabajar un solo día!”). Pero funciona porque tu público quiere encontrar una razón para ignorar estos asuntos y esta es una manera de dársela sin que se sientan como malas personas. “¡No es que no tenga empatía, es que la guardo para cosas que realmente valen la pena pero por las que no puedo hacer absolutamente nada!”

Y, finalmente…

#1: Inisiste que cualquier cambio va a arruinar el mundo (y lo va a convertir en Venezuela).

Estadísticas demuestran que cada vez que dos hombres o dos mujeres se casan, 3.7 matrimonios heterosexuales amanecen anulados.

Esta es la falacia del “tómalo o déjalo” y vaya si no funciona de maravilla. Como el Líder Supremo y Secreto a cargo de asegurarte de que no ocurra ni un sólo cambio significativo, este es tu as bajo la manga.

Recuerda, los humanos por naturaleza le huyen al cambio — las personas prefieren quedarse en trabajos que odian, mantener relaciones sentimentales que les causan daño y continuar con hábitos destructivos porque la idea de que tratar de cambiar las cosas va a resultar en terremotos, incendios y la pérdida de todo sentido para vivir. Por esto es que la gente le tiene pánico a tomar pastillas contra la depresión (“Sí, me va a quitar la depresión, pero ¿y si me convierte en una persona diferente sin todas las cosas réquete cool y super rebeldes de mi personalidad que le encantan a todos”?) Así que para explotar ese miedo lo único que tienes que hacer es sugerir que cualquier crítica del sistema actual es un ataque a todo lo que consideramos bueno y sagrado.

“¿No te gustó cuando el soldado morongueó a aquel patojo ratero? ¡No te quejés si te roban el celular, entonces!

“¿Querés disolver el Ejército y usar ese presupuesto para otras cosas? ¡Ya quiero ver quién va a ir a ayudarte cuando tu casa te la bote un terremoto, oíste!

“¿No te gusta el sistema económico? ¡Comunista que quiere que Papi Gobierno le de todo, sos!

“¿Te preocupa el calentamiento global? ¡A ver qué tal te gusta vivir sin tecnología, sin electricidad y sin aviones!

Es un truco bastante sencillo — sólo sugiere que el sistema actual nos da ciertos beneficios y que para poder seguir disfrutando de ellos es necesario aceptar absolutamente todos los aspectos del statu quo, incluyendo aquellos que le hacen la vida miserable a algunas personas. No importa si no puedes explicar por qué esto es así y por qué cualquier intento de mejoría es imposible, ya que el miedo es inherentemente irracional. “¿Los que proponen el matrimonio igualitario quieren destruir a la familia y convertir a mis hijos en homosexuales? ¡Sí, eso tiene mucho sentido!”

Así comenzó el fin del mundo y la extinción de la especie.

Y ahora puedes ver cómo esto puede ser combinado con las técnicas arriba mencionadas. ¡Las llantas quemadas y aquella ambulancia que me contaron que no pudo pasar porque la carretera estaba bloqueada sólo comprueba que lo que esta gente en realidad quiere es destruir el país y convertirnos en otra Venezuela! Y tú, buen y honorable chapín, privilegiado o parte de la Guatemorfosis que está en marcha, eres parte de la última línea de defensa de todo lo bueno en contra de todas esas hordas de bochincheros y vividores del conflicto.

Y otras muladas de ese tipo.

Recuerda, esto es lo que la gente quiere creer (o “creer). Es por eso que en el mundo real, no se necesita de un Líder Supremo y Secreto para poner todo esto en marcha. Con un simple empujoncito, la gente — incluso la que tiene buenas intenciones — lo hará por su propia cuenta. Sólo mira a tu alrededor y pon atención.

¿O me vas a decir que de verdad crees que este es quien maneja el país?


Traducido y adaptado de este texto de Cracked.

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