Los Humanistas no tenemos ningún tipo de “doctrina” oficial o un líder que nos de instrucciones acerca de cómo vivir. Al contrario, una de las bases del Humanismo es la libertad de pensamiento; por lo tanto abarca una amplia cantidad de puntos de vista diferentes, aunque unidos por la idea de que la vida merece ser vivida y que la creencia en deidades y otras formas sobrenaturales de entender el mundo no es requisito para vivirla bien. Eso no significa, sin embargo, que no se pueda hacer una síntesis de sus aspectos básicos. El Humanismo es el producto de una larga tradición de libre emisión de ideas que ha inspirado a muchos de los grandes pensadores y artistas de la historia y dio origen a la ciencia misma.
Es muy probable que los Humanistas estén de acuerdo con las siguientes aseveraciones, por lo menos a nivel general, aunque algunos detalles se pongan en disputa. Eso es normal en el Humanismo.
No existen dioses ni agentes sobrenaturales de ningún tipo y no existe ningún reino ni dimensión de lo “divino.” Es innegable que existen fenómenos extraños que aun no tienen explicación y preguntas acerca del universo que aun no tienen respuesta. Sin embargo, a lo largo de la historia de la humanidad, cada una de estas cosas se ha ido integrando al mundo natural y es explicada de acuerdo a las leyes de la naturaleza. Ésta es una postura filosófica que se conoce como naturalismo.
El naturalismo usualmente viene de la mano del ateísmo (la falta de creencia en dioses) o por lo menos de alguna forma de agnosticismo (la idea de que la existencia de dioses es una cuestión desconocida o que no es posible conocer, o que es una pregunta sin sentido).
El mundo es susceptible a la investigación. Los Humanistas estamos de acuerdo en que podemos conocer más acerca del universo a través del uso de la razón y la investigación científica, o de conjeturas puestas a prueba por la lógica y la evidencia empírica. Esta es una posición que generalmente se conoce como racionalismo.
Partiendo de esta posición racionalista como mejor forma para comprender el mundo, los Humanistas valoramos el libre cuestionamiento y rechazamos los límites artificiales a la investigación. El Humanismo también personifica la idea del librepensamiento; es decir, valora el constante cuestionamiento racional del conocimiento y no acepta argumentos de autoridad, tradiciones o dogmas.
Al no creer en una vida después de la muerte, los Humanistas vivimos aquí y ahora, y nos enfocamos en proveer un significado y un propósito a nuestras vidas por nuestra propia cuenta.
Vivir bien no es sinónimo de un hedonismo sin restricciones o de una vida enfocada únicamente en el interés propio. Puede significar, en cambio, vivir en una comunidad, ayudar a otros, ser exitosos en lo que hacemos y nos gusta hacer, contribuir a construir una mejor sociedad, explorar y maravillarnos del universo en el que vivimos.
Los seres humanos no fuimos dotados mágicamente de un alma inmaterial que nos permite amar y pensar por un poder externo. En cambio, nuestra naturaleza de seres sociales, capaces de empatizar con otras personas y de pensar acerca de las dinámicas de la vida en sociedad y la justicia es el producto de un proceso de evolución natural y cultural.
La esfera moral debe su existencia a la naturaleza humana, incluyendo:
Podemos estorbar o ayudar; hacer miserable a la gente o hacerla feliz; empobrecer las vidas de los demás o enriquecerlas. Las respuestas a las preguntas morales están aquí en este mundo, en nosotros mismos y en nuestras relaciones con otras personas, no en algún mundo sobrenatural o en los deseos de alguna deidad.